Déjame entrar (Låt den rätte komma in, 2008)

Con la reciente irrupción en las salas del remake americano, me he tomado el placer de ver la versión pura y original de esta obra vampírica sueca Låt den rätte komma in.

Låt den rätte komma in narra la historia de un Oskar, un joven de 12 años objeto de las mayores perversidades por parte de sus compañeros de colegio. Imaginativo e inteligente, pasa su tiempo libre en soledad fantaseando con su venganza hasta que conoce a Eli, una joven de su edad  que trae consigo una oleada de extraños crímenes a la ciudad  y cuya vida esconde no pocos misterios.

Dirigido por Tomas Alfredson , con sobriedad  y fascinante belleza lírica, la cinta se desarrolla marcada por los maravillosos y pictóricos planos, con un ritmo sosegado pero firme.

Navegamos a bordo de una sombría y gélida historia que va mucho mas allá de una historia de vampiros. La inocencia y la pureza se entremezclan con los instintos primitivos, el amor y el raciocinio.

Así pues, se trata de una historia que brilla por la profundidad de sus dos protagonistas. Como espectadores rápidamente nos sentimos cómplices de sus desventuras, les sentimos y nos conmueven.

Todo ello no seria posible sin un trabajo actoral impecable como el que encontramos, además de la música exquisita y en su justo lugar (armónico y temporal) de Johan Söderqvist y el trabajo de fotografía de Hoyte van Hoytema, que armoniza perfectamente con el alma de la historia y le da el color que necesita.

Sin duda alguna, es una obra que merece el clamor que le ha precedido y cuyo visionado no debe ni cuestionarse si se quiere disfrutar de una autentica obra cinematográfica europea, de vampiros y no estúpida como a lo que se nos tiene acostumbrados últimamente.