Escribo, luego existo


sábado, 5 de febrero de 2011

High Plains Drifter / Infierno de cobardes (1972)


Permitiéndome una retrospectiva, voy a escribir hoy sobre uno de los primeros films como director de Clint Eastwood, concretamente el segundo.
Sobra decir que High Plains Drifter no pasará a la historia por ser uno de los mejores westerns (no lo es), ni una de las mejores películas del citado cineasta (afortunadamente). Pero si es cuanto menos una película anecdótica e interesante por varios motivos.
La trama de este western se centra en un forastero (Clint Eastwood) que llega a un poblado fronterizo llamado Lago. Éste es contratado por la compañía minera del pueblo (con el beneplácito del pueblo) para ayudarles ante la inminente irrupción de tres pistoleros que cumplían condena por falsas acusaciones por parte de la compañía.
El único requisito es que las cosas deben hacerse a su modo y una “pequeña” remuneración económica.
La historia se desenvuelve en su argumento con un ritmo ideal y de manera natural, no obstante, aunque agradará a los amantes del genero, nos encontramos ante una obra que brilla por el afán competitivo y la competencia lleva a la comparación.
Entendamos que en estos momentos (1972) Eastwood se encuentra en plena efervescencia mediática y no era un secreto el competitivismo latente entre éste y el director italiano que le lanzó a la fama, Sergio Leone.
En un previo toma y daca donde Eastwood rechazó el papel de Armónica en Hasta que llego su hora y posteriores desprecios a modo de venganza por Leone (rechazó varias propuestas de Eastwood para la realización como por ejemplo,Dos mulas y una mujer), comenzaron a florecer cual amapolas en primavera, cruces de declaraciones poco honrosas entre ambos.
En este contexto no es difícil de entender que Eastwood se lanzara al género que le mitificó en aras de superar a su “amigo”  y su trilogía del dólar.
De esta manera entendemos esta película, como un intento de superar la obra de Leone, una pura lucha de egos, utilizando los elementos de ruptura del westerndecimonónico y caduco que reactivaran el género de mano de Sergio Leone pero llevados a un nuevo nivel, casi hasta el extremo de resultar cómico.
La caracterización del protagonista, clásico en la trilogía por su aspecto desaliñado pegado a un cigarro consumido entre sus labios, es ahora un fumador empedernido y humeante, ¡y hasta el cigarro es más largo! (dejo el psicoanálisis derivable para el lector). Su parquedad característica, el hombre sin nombre de pocas palabras ahora se ve aumentada por el gatillo mas suelto (que no tarda en accionar ante la mínima insolencia) y  por su relación con las mujeres, de la asexualidad misteriosa de Leone pasa ahora a ser un mujeriego que no duda en emplear la fuerza física para conseguir los favores sexuales.
Estos elementos junto a otros demuestran hasta que punto se refleja la influencia de Sergio Leone en los primerizos pasos de Eastwood como realizador, explotando principalmente la figura del protagonista, elemento indiscutiblemente clave.
No obstante cabe señalar que High Plains Drifter no está a la altura de la dicha trilogía, se echa de menos no encontramos ante la exasperación temporal de los duelos de Leone, conmovernos la trama al mismo nivel y por supuesto el carisma y la profundidad que nos ofrecieron en su día Lee Van Cleef y Gian María Volonté en pantalla.
Afortunadamente, este no será el último western que dirija Eastwood…

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