Escribo, luego existo


martes, 23 de febrero de 2010

Calidad Televisiva

El concepto Calidad, según la Real Academia Española, se define como la propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor.
Partiendo de esta definición nos encontramos con que el significado de calidad comporta un acto subjetivo, que es el de juzgar. Esto me sirve para la definición de calidad en términos televisivos donde podemos observar claramente que el término está sometido al debate por ser subjetivo y ambiguo.
Un ejemplo sería el caso de los criterios de calidad de dos diferentes cadenas: la BBC y la NHK. Mientras que la cadena británica apuesta por la información, la formación y el desarrollo de la mente crítica colectiva, así como el desarrollo cultural del país para una televisión de calidad; la televisión japonesa NHK apuesta por la diversidad en contenidos similar a la televisión temática de nuestro país. Esta cadena también apuesta por programas donde se asigna un porcentaje de programación específica para cada microespacio, así como una serie de programas destinados a satisfacer las exigencias específicas en función del género, público y formatos que no se ven en la generalista…
Voy ahora a aventurarme, os enumero una serie de criterios que cualquier canal televisivo de calidad debería respetar.
1 La televisión debería formar informando mientras entretiene. Es decir, debería existir un equilibrio entre estos tres valores, y en todo caso, si se produjera una desigualdad debería primar los dos primeros (formar e informar). Este es el caso de la 2 de TVE, donde la primacía de la información y la formación muchas veces está reñida con el entretenimiento perfectamente reflejado en los índices de audiencia.
2 El presupuesto del que dispone no debe ser el máximo condicionante para un programa de calidad ya que intervienen otros factores como la participación en el proyecto de grandes profesionales, el tratamiento, los objetivos de la cadena…
3 Pienso que la diversidad es un indicador fundamental de calidad, pero en la actualidad la competencia entre los canales por conseguir la captación de la mayoría de la audiencia conlleva la homogeneización de los contenidos.
4 El share no es en ningún modo un indicador totalmente determinante para valorar la calidad de un contenido. Véase el apestoso Gran Hermano o las galas de Eurovisión española.
5 Los contenidos deberían adecuarse a la legislación televisiva para fomentar la calidad. Los canales deberían respetar el horario infantil a través de contenidos que no contuvieran escenas extremadamente violentas, de sexo explícito, mariconazas gritonas (que no homosexuales, ojo) o un lenguaje inapropiado, siempre partiendo de unos niveles altos, porque no se pueden censurar todo ya que sería ocultar en parte la realidad.
6 La publicidad es la principal fuente de financiación de la televisión, pero no por ello debe ocupar espacios interminables. La publicidad no debe regir la programación, como observamos en el Prime Time, donde en muchas ocasiones se acumula gran parte de la publicidad del día, interminable, y la publicidad obviamente, ni forma, ni informa ni entretiene (al menos en la mayoría de los casos). En Australia los programas infantiles tienen limitada la cantidad de publicidad, y en el caso de programas dirigidos a preescolares queda restringida.
¿Piensas que algún canal público tiene en cuenta más de uno de estos criterios? Ni de coña.
En definitiva, hay que tener en cuenta que el mismo hecho que anteriormente resaltaba como es la ambigüedad del término "calidad", puede llevarnos a interminables discusiones sobre lo que debería definir la calidad televisiva.
El Estado debe jugar un papel fundamental de cara a regular los contenidos, especialmente en cuanto a los horarios de emisión. De sobra es sabido que el aumento de reality shows y magazines sensacionalistas ha ido en detrimento de la programación infantil (menos rentable), desde la mente empresarial de las cadenas privadas, olvidando que deberían prestar un servicio público.
El entretenimiento por su parte, creemos que es fundamental y no se debe excluir de la programación ya que puede servir como gancho desde programas que a la vez eduquen y/o informen o simplemente sirvan para entretener ya que tampoco es negativo sin necesidad de entrar en el pitorreo tremendista y lamentable del “cotilleo marujón”.
Así pues, cualquier parrilla con criterios de calidad debe fomentar en igualdad de condiciones las tres constantes básicas, informar, formar y entretener, haciendo uso de las múltiples formas existentes y por descubrir, que permitan combinar estos tres elementos a favor de una televisión de calidad para todos.
Mañana os hablaré de la TDT que tiene tela…

3 comentarios:

  1. Pero yo creia que las productoras debian de buscar beneficios no? y son ellas las que hacen los programas no? o estos criterios eran para una television publica unicamente? porque si son para una privada son inaceptables, mas que nada por aquello de obtener beneficios... te referias a teles publicas no?

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  2. Me refiero a cualquier cadena de televisión. Las cadenas televisivas parten de unas cesiones que les ha dado el estado español. Deben cumplir las premisas de Informar, formar y entretener comprometiéndose a hacer un uso responsable de su programación, no tienen libertad para hacer lo que se les antoje a priori... por eso lo digo. Pero hablaré de ello mañana con el caso de la TDT.

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  3. Yo todavía no me explico como hemos tenido tantos años de televisión pública con publicidad. Si la gente quiere pan y circo, ya están las cadenas privadas. Los que quieran otros tipos de contenido, pueden recurrir a La 2, cuyo presupuesto total seguramente es la quinta parte del presupuesto de la 1. Conclusión: una tv de calidad, que informe, forme y entretenga, se puede financiar con los impuestos (y por qué no, con las donaciones de determinadas personas o instituciones, como en EE.UU.). La televisión basura que paga millonadas a engendros como la Belén Esteban, que se nutra de la publicidad.

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